sábado, 20 de octubre de 2018

Lagri-mal



Hubo un tiempo en que el dolor
fue un gesto austero.
Las caras de Jano
dieron
a la humanidad
la primera incertidumbre:
juzgar la guerra o la paz
como soluciones posibles.

Las historias eran templadas.
La espera de Penélope
era una madeja.
La maldad del mundo,
apenas un molino.
El espacio del llanto
transformó el orbe.


Hubo entonces,
intentos
de rastrear
de la lágrima,
el génesis.
Hubo un grupo de licenciados
definiéndola
en los bordes del otoño.
Hubo coordenadas precisas
en el silencio de Atacama.
Hubo científicos
vertiendo incluso,
la sangre
de quienes amaban.
Una prueba empírica
debió perderse en la nada.


Hubo  una larga cronología
de plañideros.
La enumeración
de acuíferas inmensidades.
De ojos negros y pardos.
De ojos azules, verdes,
violáceos  y amarantos.
Se tuvo a Homero en la cuenta
de los ojos blancos.

Y con todo esto, 
se alcanzó arremolinar más el caos.
De codos en la ventana,
con los labios levemente separados,
en postal de noticia estúpida
está el que descubre
el despliegue barroco
de llorar.
En la pampa extensa
es la obviedad
que consuela  los siglos.
Y  persiste.

#otoño   Concurso #otoño Zenda libros

miércoles, 10 de octubre de 2018

FOCUS



No se astillará un leño
en llamas más altas
que la del fuego
que trepó por vez primera
el oxígeno del mundo.
Que extirpó el frío de las pieles simiescas.
Que se entendió con las piras funerarias.
Que hizo de Troya, una traza. 
Que advirtió el castigo a los herejes.
Que insistió en las tribus americanas.
Que se abrió perpetuo sobre las ciudades.
Que fingió ya no herir más nada.
No. No habrá una llama más alta.



VELOCIDAD MÍNIMA



      Sandra sube al colectivo y mira a los pasajeros como si fueran parte del decorado. Mecánicamente, ella toca el timbre para bajar en el mismo lugar, todos los días , para las mismas labores. El chofer tampoco habrá de terminar su recorrido jamás. El único terror que se apodera de Sandra, del resto de los pasajeros y del chofer es que no se active una bomba al final de la jornada.










lunes, 1 de octubre de 2018



Lo último que se pierde


En la vereda del hospital, sin el amparo de un familiar o un amigo, buscó una botella. En ella metió la receta y la arrojó al río. Durante varios días rogó que un farmacéutico la encontrara.


Fanática

      La bata roja, la Gibson Les Paul, una botella de whisky, habanos, una manta de animal print, un barbijo, el tanque de oxígeno, un calzoncillo, el tubito transparente de la intravenosa del suero, la prótesis dental.  Metió todo al baúl del auto y salió de Banfield a toda velocidad.

Lugares comunes

Fueron cuarenta  años de matrimonio. Sólo coincidieron en el panteón.